Cuadernos de un aviador inquieto

AMAZINANTE EDICIONES

Pollensa

Hoy simplemente voy a relatar un vuelo sencillo. Acostumbrado a hacer algo con el avión, cuando simplemente nos ordenan volar, me siento raro. Me explicaré: después de años volando el hidro, amerizando, cargando agua, maniobrando, apagando incendios, esquivando gaviotas, arboles, cables, patos y gansos, en definitiva, haciendo algo con el avión, cuando tengo que coger, y simplemente llevarlo a un sitio y aterrizar, siento que el vuelo no tiene sentido. ¿Que gracia tiene volar si no metes el avión en el agua?

Afortunadamente, este vuelo tenía un pequeño y gran aliciente. Tenía que cambiar el avión que estaba destacado en Pollensa, Mallorca. Tenía que despegar de Madrid, dejar mi avión en Pollensa, y traerme el que allí estaba. El aliciente, que Pollensa es un aeródromo sin pista de aterrizaje.

El Aeródromo Militar de Pollensa es la ultima base pura de hidros que queda en Europa, ¡y que lo sea por muchos años!, pues es un pedazo de Historia. Allí simplemente amerizamos en el mar, convirtiéndonos en barco, entramos navegando en el pequeño puerto de la base y salimos del agua rodando por una rampa que lleva a la plataforma.

Era finales de septiembre, y una enorme borrasca había estado castigando el Mediterráneo al sur de las Baleares, pero hoy el tiempo nos iba a permitir llegar sin mayor problema. Por si acaso, como siempre, cogí una pequeña maleta con ropa para un par de días. No es la primera vez que llegas a un sitio y que no puedes volver porque el tiempo ha empeorado.

Volando en visual, a baja cota, si trazas una linea recta desde Madrid hasta Mallorca, pasas por encima de una de mis playas favoritas en la provincia de Castellon. Había visto la previsión de olas, y era buena. También me hacia ilusión comprobarlo al pasar por encima...

Uno de los inconvenientes de volar en linea recta de un sitio a otro, es que tienes muchas posibilidades de meterte en alguna zona restringida, prohibida o peligrosa. Aquel día, como tantos otros, atravesamos la D104 (leído delta 104, de dangerous, peligrosa). Esta zona peligrosa es un polígono de entrenamiento de combate aire-aire del Ejercito del Aire. Pues bien, allí voy yo con mi Botijo a mil pies sobre el suelo, cuando veo a mis diez algo que se mueve, y que no es un pájaro. Y detrás otro. Cruzando delante de mi, de izquierda a derecha, dos Mirage F1 vuelan a baja cota sin percatarse de mi presencia. A todo esto yo ya había bajado a cien pies del suelo jeje. Me resultó gracioso verlos, volando en formación táctica, siguiendo el valle. A día de hoy todavía me pregunto si ellos me vieron. Deberían...

Nos acercamos a la costa y ahí esta, mi playa aparece matemáticamente donde debía estar, y es que esto de los rumbos y los tiempos no engaña aunque estemos en el siglo XXI. Las olas están entrando perfectamente y, maldita sea, hay dos surfistas y un stand-up de esos, ¡serán mamones! -¡Dejadme sitio que amerizo y pillo mi tabla!- Pero no. Envidia. -¡Mamones!

Después el mar. Me gusta volar sobre el mar. Ahí si que te sientes solo en seguida. Volando a dos cientos pies de la superficie, a 160 nudos, la sensación de velocidad es divertida. Ademas como la superficie es plana, ya puede soplar viento, que no hay turbulencia. A los pocos minutos de dejar la costa, ya no vemos tierra por ningún lado. Soledad. Algo menos de una hora después esperamos encontrar la isla de Mallorca. Rumbo y tiempo. La borrasca empieza a dejarse notar a nuestra una, al sureste.

La bruma no nos dejó ver la isla hasta tenerla muy cerca. Siempre me sorprende lo montañosa que es en su parte norte. Una pared de roca asciende desde el mar hasta casi cinco mil pies en su zona más alta. El viento sopla fuerte del noreste, lo que me hace pensar en la turbulencia de sotavento que vamos a tener al cruzar los montes que limitan al norte la bahía de Pollensa. Acelero, cojo velocidad y asciendo. Comenzamos a cruzar la inocente lengua de tierra cuando ¡babuuum!, leñazo de la turbulencia. -Cagüentó, con lo bien que hemos ido todo el vuelo y se tiene que liar ahora...

La cosa se pone bastante desagradable mientras sobrevuelo la bahía buscando un sitio para amerizar. Como siempre, esta plagada de todo tipo de embarcaciones. Entre bote y meneo localizo una zona más o menos cómoda que me dejará cerca de la bocana del puerto, y hacia ella me dirijo. No quiero apurar mucho, pues tomando contra el viento, también lo hago contra el espigón, el puerto y la montaña jeje. No vaya a ser que me pase de frenada y termine aplastado contra las rocas jejeje.

Amerizamos entre barcos, veleros, patines, tablas, lanchas y demás artilugios flotantes. Comienzo a navegar hacia la bocana, entramos en el puerto, bajamos el tren de aterrizaje y salimos del agua subiendo la rampa.

Un piloto y un mecánico de vuelo se dirigen a su hidroavión en la plataforma del aeródromo de Pollensa mientras el personal de mantenimiento carga material en el otro

Allí, poco mas, unos abrazos a los pilotos que están allí "sufriendo", destacados durante unas semanas, lejos de Madrid, cambio de avión, y vuelta al agua, o esas eran mis intenciones... Alex tenía planeado salir a hacer un vuelo de entrenamiento, así que decidimos esperar hasta que él tenga todo listo, para salir los dos juntos.

Esta vez la maniobra es la contraria, bajamos por la rampa, subimos el tren y navegamos entre las mismas embarcaciones de antes, buscando un sitio para despegar. De nuevo tenemos que despegar contra el viento, contra el espigón, el puerto y la montaña, ¿recordáis?, así que nos pegamos unos cuantos minutos navegando, alejándonos de los mismos, para después dar la vuelta y despegar. A pesar de ser una bahía muy protegida, el mar esta bastante movido. Despegar así va a ser divertido, y más con otro hidro detrás en formación. Como siempre, somos el espectáculo de la bahía.

Salimos sin mayor novedad, y volando en formación a cien pies de la superficie, recorremos la imponente costa norte de la isla. Alex y yo nos despedimos, el sigue con su vuelo de entrenamiento, y yo pongo rumbo a Madrid. De nuevo, más de lo mismo: rumbo y tiempo, hasta llegar a casa...

29 octubre 2009

Fantástica

Pues si, fantástica, la semana fantástica he pillado. No podría haber elegido una semana mejor para irme de vacaciones al viejo Mare Nostrum. Cinco de cinco días en el agua, cosa poco común por estos lares, incluso en otoño. El último, el domingo, estaba tan bien que hubo sesión doble, temprano por la mañana, comida familiar y después hasta que anocheció. Esa tarde en cuestión fue espectacular. Jamas había visto tantas tablas en la bahía. Si no eramos treinta, eramos mas, cosa de nuevo, muy poco común por aquí. Gracias a dios con mi nueva y flamante "longboard" podía escapar de la literal masificación de tablas cortas al sur de la playa. Tres longs y un stand-up nos repartíamos cómodamente las olas más profundas en la mitad norte.

Varios surfistas descienden una pared a mediados de los sesenta

Estoy más que contento con la tabla larga. Ha cumplido, por no decir que ha superado las expectativas que tenía puestas en ella. Al principio pensé que debido a su longitud iba a tener algún problema en el take-off. Pensaba que la punta se me iba a hundir más en el agua, pues aquí las olas suben muy rápidamente y la pared aunque breve, tiene una buena pendiente. Sin embargo, nada. La curvatura de la tabla es genial para estas olas. Genial. Muy rápida en el descenso y perfectamente maniobrable en la pared. En serio, estoy muy contento.

Ademas, por desgracia, ese domingo tuve la suerte de comprobar lo dura que es. Los tres longs pillamos la misma ola, sin problema por nuestra parte. Los tres yendo a izquierdas, siendo yo el de más a la derecha, momento en el que vemos a dos chavales, obviamente más afuera, en nuestra trayectoria. Sin poder esquivar a uno de ellos por la izquierda, por tener a otro surfista bajando la ola, termine saliendo de la ola antes de pasar por la quilla al chaval de la corta que estaba justo delante de mi. Pero no todo salió como yo esperaba...

El no se hundió, ni hizo nada por evitar la más que clara colisión, así que mi tabla termino hundiéndose en la suya. Literalmente hundiéndose. Me supo muy mal, pero no había nada que hacer. ¿Que demonios hacían ahí? ¿Acaso no llevábamos más de dos horas ahí, apartados, sin molestar a nadie? No estaban remontando, estaban quietos, y se tuvieron que poner justo a nuestra altura. Lastima. De verdad que me supo mal. Tal vez fue culpa mía también. No se. El caso es que su tabla esta para retirar y la mía ni se enteró. O al menos eso parece... Espero que el Epoxy cumpla con su función.

En fin, que más de treinta tablas en esa bahía parece ser la población critica jejeje. El frío del invierno se ocupara de limitarla en breve.

PD: La próxima entrada, de aviones, lo prometo.

19 octubre 2009

Cumpleaños

Ayer once de octubre cumplió un año este blog. Un blog con cincuenta y ocho entradas y con ciento treinta y ocho comentarios. Que siga creciendo y que nos acompañe por muchos años mas. ¡Espero poder reflejar en él muchas más horas de vuelo y muchísimas olas mas!

Y como regalo de cumpleaños, esta semana, ¡promete! ¡Al agua!

12 octubre 2009

Toes

¡Por fin llegó mi nueva longboard! Toes on the nose forever! Big smile!

Me encanta este vídeo. Me resulta sumamente relajante...

Noosa Heads, Australia.

Haz click para ver el vídeo

5 octubre 2009

Bronca

El otro día me desperté y recordé la siguiente... anécdota.

El verano de 2006 fue especialmente duro en Galicia. Fue mi primera campaña como comandante de aeronave. Aquello era de coña. Jamas había visto, ni he vuelto a ver, tal concentración de incendios... Pero otro día hablaré de aquella "semana fantástica", como por aquí la llamamos.

El caso es que ya cayendo el día, y volviendo a base, nos encontramos por el camino tres de nuestros hidros. Cada uno de nosotros llevaba como punto a un hidro extranjero: dos franceses, y un italiano. En total, seis aviones. Como buenos aviadores enseguida entramos en formación cerrada. Volando hacia el sol poniente la imagen era espectacular.

Ya acercándonos al campo, y con la euforia propia tras haber volado nueve horas en incendio, decidimos que... -Que demonios, ¡vamos a pegar una pasada en formación a la torre que se va a cagar la perra!- Por supuesto, cada cual más flipado, no hacíamos más que retroalimentar nuestra decisión...

-Que alguien avise por móvil a los de abajo, ¡que lo van a flipar!

-Ok, ok, y al final rotura a derechas para entrar en circuito.

-Vale, pero una rotura de verdad, ¡sin tonterias!

-Genial, ¡pues id pasando a formación al ala izquierda!

Alex, en un cuarto hidro, con su punto italiano, al oír semejante conversación por la radio, decidió que no podía perdérselo. -¡Tios, tíos, esperadnos, cortad un poco que ya os tenemos en visual! ¡Cortad que nos unimos!- A lo que alguien contestó -Joder, Alex, que no da tiempo. ¡Metele caña! Nosotros seguimos, que ya tenemos el campo a la vista...

Tras una semana con la plataforma llena de hidros, los de la torre, normalmente acostumbrados a sus cinco vuelos comerciales diarios, ya estaban curados de espanto.

-Torre, aquí formación Foca, seis aviones. Solicito pasada baja, rotura y circuito-. Silencio radio... -Aquí torre, estooo... bien, llamen entrando...

Dos hidroaviones volando en formación

Instantes después, el cuarto hidro comunicó, -Torre, aquí Foca 25, dos aviones, tras la formación precedente, ¡solicito pasada, rotura y circuito!- y después en frecuencia táctica, -¡Mamones! ¡Cortad que os pillo!- La torre ahora si que lo flipó del todo. -Bien, si tiene contacto visual con los precedentes, proceda a su discreción...

La torre quedaba a nuestra izquierda, y a pesar de ir en formación cerrada, el hidro situado más a la izquierda de la formación, sobrevoló la plataforma, digamos que excesivamente cerca de la torre. La pasada fue brutal, con los seis aviones rompiendo en ascenso a derechas al final de la pista. No más de tres segundos después, Alex con su punto, a máxima velocidad, todavía luchando por alcanzarnos, sobrevoló el eje de pista a escasos pies del suelo, rompiendo de manera espectacular, de nuevo, al final de pista. ¡Deberían habernos pagado unas cervezas por la exhibición!

Los franceses y los italianos fliparon, ¡aunque no os creáis que dudaron lo más mínimo!; siendo todos ellos antiguos pilotos de caza, estaban encantados de volver a tener un poco de "actividad militar". Tras parar motores y bajar de los aviones, la euforia flotaba en la plataforma...

-¡Jajaja, joder que pasada!

-¡Ha molado que te cagas!

-¡Se ha visto de puta madre!

-¡Y Alex detrás a toda velocidad, jajaja!

-¡Pedazo roturas, y los pelícanos después!

Hasta que minutos más tarde... -Los cuatro comandantes de aeronave, el Teniente Coronel quiere veros. Ahora.

La bronca fue bastante buena, como en las películas, y merecida, sin duda, pero uno tenía que estar en cabina para sentir la emoción del momento, la fuerza, la adrenalina, el cansancio, el sudor y la risa que nos llevó a realizar aquella estupenda pasada en formación, eso si, siempre con total seguridad y control sobre nuestros aviones; y que demonios, ¡que uno no termina de ser un buen aviador si nunca le ha echado la bronca el jefe del escuadrón por meterle una rascada a la torre de control! ¡Juas!

PD: Todo parecido con la realidad es mera coincidencia.

11 septiembre 2009

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